martes, 28 de julio de 2009

Silencio en la isla desierta

UNO

Estábamos abandonados en una isla desierta. Apenas teníamos víveres, ni agua. Casi no había leña para encender fuego. De noche, mirábamos a las estrellas para no caer en la desesperanza.
Una mañana llegó a la orilla una botella.
Extrajimos de ella con expectación un manuscrito raído:

Cuidaos de los que afirman estar en posesión de la verdad, porque sólo admiten aquella parte de la realidad que se adapta a sus intereses.

Cuidaos de los que disfrutan con el poder absoluto, porque os llevarán por caminos tortuosos sólo por el placer de ejercer su dominio sobre los más débiles.

Cuidaos de los que dirigen a distancia los sentimientos de los otros como campo de experimento de sus propias teorías, porque sólo les interesa ver satisfechos sus planes.

Cuidaos de los que alimentan vuestra vanidad cuando halagáis su forma de entender el mundo, porque cuando mostréis desacuerdo serán implacables con vosotros.

Cuidaos de los que os humillan cuando no actuáis conforme a sus planes, porque serán capaces de arruinaros para justificar su actitud invocando designios superiores.

Cuidaos de los que, para ocultar su indignidad, hacen todo lo posible para que os sintáis culpables de lo insignificante.

Cuidaos de los que aprovechan la ausencia de otros para destacar cualquier aspecto negativo de ellos, porque harán lo mismo con vosotros cuando no estéis presentes.

Cuidaos de los que sólo aprueban vuestra conducta cuando seguís fielmente sus instrucciones, porque no os dejan lugar para explorar la forma en que cada uno ha de seguir su propia vida.

Cuidaos de los que ensalzan su propia locura y pretenden convenceros de que los actos de los demás son infernales, porque en ellos se encierra la semilla de la intolerancia.

Cuidaos de los que disfrutan saboreando el dolor ajeno, porque su sed de haceros sufrir no tendrá límites.

Cuidaos de los que se proponen a sí mismos como modelo de rectitud, porque sólo pretenden vuestra dependencia incondicional.

Cuidaos de los que se agarran a fórmulas magistrales ante cualquier situación, porque quieren ocultar su propia ineptitud.

Cuidaos de los que os enfrentan entre vosotros a vuestras espaldas, porque no buscan vuestro bien sino controlaros y controlar vuestras vidas.

Cuidaos de los que os hablan a través de otros, porque así buscan perpetuar su dominio.

Cuidaos de los que se excusan con bellas palabras minimizando sus errores, porque realmente no quieren admitir su maldad.

Cuidaos de aquellos que recetan elixires milagrosos, porque sólo quieren crearos adicciones.

Cuidaos de los que ocultan su proceder, porque temen que se desvele el alcance de su estafa.

Cuidaos de quienes ridiculizan vuestras dificultades, porque quieren horadar vuestra autoestima y convertiros en dependientes de su falsa imagen de profetas.

Cuidaos de los que, con la excusa de protegeros, castigan a otros con el aislamiento y el abandono, porque nada más que buscan perpetuar su reino de falsedades.

Cuidaos de los que condenan al ostracismo a los disidentes, porque temen a la luz y a la libertad.

Cuidaos de aquellos que os atemorizan con los riesgos que pueda haber más allá de su amparo, porque sólo quieren veros esclavizados por sus leyes.

Cuidaos de los que os amenazan con el infierno, porque están llenos de odio.

Cuidaos de los que os embriagan con perfumes y ungüentos, porque anhelan que quedéis indefensos ante sus ardides.

Cuidaos de los que os marean en una constante contradicción, porque así ocultan su falta de escrúpulos y de principios.

Cuidaos de los que no reconocen lo que buscan en vosotros camuflándolo de buenas intenciones, porque el daño que os provoquen tardará mucho en sanar.

Cuidaos de los que sólo reconocen sus errores con la boca pequeña, porque esa es la puerta de entrada al sectarismo y la manipulación.

Cuidaos de los que tergiversan vuestras palabras, porque pretenden demoleros y reafirmar su poder.

Cuidaos de los que os vampirizan, porque se alimentarán de vuestro esfuerzo y consumirán vuestras energías.

Cuidaos de los que adoran a dioses hechos a su medida, porque sólo se adoran a sí mismos.